Señora Claudia:
Comprendo su indignación al nombrar a su madre con un calificativo tan despectivo, aunque es evidente que con ese tipo de expresiones pretendía ofenderle más a usted que a su progenitora, entiendo el que enfurecida se pare ante el estrado y denuncie el comentario del senador Ramos. Lo que no entiendo es por qué hace alusión al género femenino para refugiarse en una supuesta animadversión y ataque por el hecho de ser mujer, cuando en otras ocasiones se ha escudado en su homosexualidad para “protegerse” de cualquier ataque de sus contrincantes.
Nos deja muy confundidas, señora Claudia, usted habla en nombre del género femenino y nos deja perplejas porque, créame, le hablo en nombre de la inmensa mayoría de colombianas, nosotras no nos sentimos identificadas con usted, ni con su forma de pensar.
Permítame expresarme de una forma muy sutil y delicada de modo que no hiera susceptibilidades y luego me ataquen por misoginia, aunque en este caso, al ser yo mujer, posiblemente se aferre a su condición lésbica.
Señora Claudia, las colombianas no odiamos a los hombres, tampoco les tememos porque sabemos que, no por el error de unos pocos debe pagar el género entero. Nuestros padres, hijos, hermanos, esposos, novios, amigos, vecinos y compañeros son personas de igual dignidad que la nuestra, el ser hombres no les hace inferiores a nosotras. Ese tipo de discriminación, a la que usted alude para conferirse más poder, sólo es un sexismo exacerbado contra los hombres, una marginación masculina en la que cualquier cosa que hagan o digan está en desventaja simplemente por tratarse de ellos. Es una involución por tergiversación intencionada de conceptos y razonamientos, porque no se debería amparar a la mujer por ser mujer, sino de proteger a cualquier ser humano que esté indefenso en alguna circunstancia de vulnerabilidad e injusticia.
Las mujeres somos fuertes, no sé si lo percibe así, pero nosotras no somos débiles, ni inferiores (como se nos creía en el pasado o como aún personas, al igual que usted, siguen creyéndolo), merecemos el mismo trato que los hombres y no por ser mujeres debemos infravalorarlos o considerar que por la condición de nuestro género nos deben un trato especial, el respeto es para todos y con todos por igual. Me extraña de usted que tanto aboga por la igualdad de género, que en circunstancias convenientes eche todo su discurso a la basura.
Por último, señora Claudia, nosotras no le guardamos resentimiento a los hombres porque no consideramos que la naturaleza nos haya castigado por ser mujeres, sabemos que tenemos igual valía que la de ellos y no acusamos ni hacemos prejuicios por algún complejo de inferioridad, todo lo contrario, estamos agradecidas y satisfechas de nuestra condición femenina y no nos escudamos en el papel de víctimas para conseguir cualquier prelación o prebenda.
Muy sinceramente, una de las muchas mujeres que se siente orgullosa de serlo.




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